¿Quién es esa señora,
que tiene la propiedad,
de estirar bien lo arrugado
y de arrugar lo estirado,
con igual facilidad?
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Pica, picando, colita arrastrando.
Un pie grave, ardiente y plano, va dejando el campo llano y, al pasar, su calentura va dejando en la llanura.
Largo, largo, como un camino y cabe en un «pucherino».
Si bien empiezo con bo, no soy bota ni botijo, ¡bobo, tonto!, ¡qué lo he dicho!
Soy alta y delgada, tengo un ojo, hago vestidos y no me los pongo.
Dama da, dama deja, y no se queja de lo que deja.
Siempre de mí dicen algo, aunque muy humilde soy; no soy señor y me tratan, con la nobleza del don.
Tan largo como un camino, proviene de vegetal, y a pesar de su extensión, en un cesto puede estar.
Soy pequeña y afilada y pincho con mis puntadas.
Cuando me caliento hasta los talones aliso camisas y pantalones.