Soy el que jamás descansa
y va y viene sin cesar.
Nunca me puedo secar.
Jamás te aburre mi danza.
En presencia o añoranza
tu siempre me vas a amar.
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El que lo pica se hace pez, ¿Quieres que te lo diga otra vez?
¿Qué bicho dirás que es, que es algo y nada a la vez?
En mí se mueren los ríos, y por mí los barcos van, muy breve es el nombre mío, tres letras tiene, no más.
Las hijas de este animal son pequeñas y delgadas, pero por su gran sabor, son muy caras y apreciadas.
Tengo ocho patas cargadas de ventosas, y paseo por las rocas, meciéndome en las olas. ¿Quién soy?
Ella no tiene pies, y si te descuidas, parece un pez.
Olas me llevan, olas me traen, pero las velas nunca se me caen.
No lo parezco y soy pez, y mi forma la refleja una pieza de ajedrez.
Cinco brazos, no te miento, habita siempre en el mar, aunque la puedes hallar de noche en el firmamento.
Un truquito este pez tiene que no todo el mundo sabe: si a su nombre quitas la «ene», va y se transforma en ave.
