Tan redonda como un queso,
nadie puede darle un beso.
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Siempre quietas, siempre inquietas; dormidas de día, de noche despiertas.
Salimos cuando anochece, nos vamos si canta el gallo, y hay quien dice que nos ve cuando le pisan un callo.
Soy un señor encumbrado, ando mejor que un reloj, me levanto muy temprano y me acuesto a la oración.
Tan redonda como un queso, nadie puede darle un beso.
Aparecen de noche sin que las llames. Desaparecen de día sin que las roben. ¿Qué son?
Toda mi vida en un mes; mi caudal son cuatro cuartos y aunque me ves pobrecita ando siempre muy alto.
¿Qué cosa es esa cosa que entra en el río y no se moja?
Una gran moneda dorada que vale mucho y por la que no pagas nada.
Por las barandas del cielo se pasea una doncella vestida de azul y blanco y reluce como estrella.
Sin ser rica tengo cuartos y, sin morir, nazco nueva; y a pesar de que no como, hay noches que luzco llena.