Tengo nombre de ciudad,
con cierta fruta concuerdo
y muerdo en la realidad.
¿Qué soy?
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A esta fruta se le culpa y fue cosa del demonio, pues comieron de su pulpa los del primer matrimonio.
¿Qué le dijo una cereza a otra cereza?
Arca, monarca, llena de placer; ningún carpintero te ha sabido hacer.
Ni espero que me lo aciertes, ni espero que me bendigas, y, con un poco de suerte, espero que me lo digas.
Tengo duro el corazón pulpa blanca y liquido en mi interior
Ave soy, pero no vuelo; mi nombre es cosa muy llana: soy una simple serrana, hija de un hijo del suelo.
Es santa y no bautizada, y trae consigo el día, gorda es y colorada y tiene la sangre fría.
Tiene ojos y no ve, tiene agua y no la bebe, tiene carne y no la come tiene barba y no es hombre.
Tengo duro cascarón, pulpa blanca y líquido dulce en mi interior.
Ave y no vuela, llana y es curva. Quien no adivine ésta, no adivinará ninguna.
