Una señora, muy aseñorada,
tiene muchos dientes
y se cose a puntadas.
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Te la digo, te la digo, te la vuelvo a repetir; te la digo veinte veces y no me la sabes decir.
Tan largo como un camino, proviene de vegetal, y a pesar de su extensión, en un cesto puede estar.
Cuando me caliento hasta los talones aliso camisas y pantalones.
Cuando pasa ¡cómo pisa!, deja rasa la camisa.
Una señora, muy aseñorada, tiene muchos dientes y se cose a puntadas.
Un pie grave, ardiente y plano, va dejando el campo llano y, al pasar, su calentura va dejando en la llanura.
Largo, largo, como un camino y cabe en un «pucherino».
Y lo es, y lo es y no me lo adivinas en un mes.
Soy pequeña y afilada y pincho con mis puntadas.
Pico sin tener enojos y, sin nacer, soy de corte, pero muchos, con arrojos, los dedos, viendo mi porte, me los meten por los ojos.
