Siempre de mí dicen algo,
aunque muy humilde soy;
no soy señor y me tratan,
con la nobleza del don.
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Siempre de mí dicen algo, aunque muy humilde soy; no soy señor y me tratan, con la nobleza del don.
Soy pequeña y afilada y pincho con mis puntadas.
Cuando pasa ¡cómo pisa!, deja rasa la camisa.
Tan largo como un camino, proviene de vegetal, y a pesar de su extensión, en un cesto puede estar.
Un pie grave, ardiente y plano, va dejando el campo llano y, al pasar, su calentura va dejando en la llanura.
Vengo al mundo a trabajar, y tengo tan mala suerte, que todos me pinchan el culo, y yo no me puedo quejar.
Tengo pie y no tengo boca, hilo meto, hilo asomo, tengo dientes y no como.
¿Quién es esa señora, que tiene la propiedad, de estirar bien lo arrugado y de arrugar lo estirado, con igual facilidad?
Don dedín tiene un sombrero para no hacerse agujeros.
Pico sin tener enojos y, sin nacer, soy de corte, pero muchos, con arrojos, los dedos, viendo mi porte, me los meten por los ojos.