En el campo fui nacida,
vestida de verdes ramas,
y al pueblo me trajeron,
para servir a las damas,
a mí todo me regalan,
caramelos, miel, melada,
mas yo todo lo reparto,
porque no sé comer nada.
más adivinanzas de cosas de la casa...
Un campo bien labrado no gasta reja ni arado.
Tiene un ojo y nada ve, por abrir no es cosa dura, sin embargo por cerrar, sí que cierra y sí que es dura.
Siempre andamos por el suelo de alcobas y de salones y en historias orientales hasta hacemos algún vuelo.
En lo más alto me ponen para que el aire me dé. El aire me zarandea, Y siempre lo miro a él.
Soy de cabeza redonda y me sostengo en un solo pie. Soy de tal fortaleza que a Dios hombre sujeté.
Soy liso y llano en extremo, y, aunque me falta la voz, digo en su cara a cualquiera la más leve imperfección; contesto al que me pregunta sin lisonja ni aflicción, y si mala cara pone, la misma le pongo yo.
Puede ser de Persia, puede ser de Ana, por más que se enrolle, se ve en la ventana.
Sube llena, baja vacía, y si no se da prisa, la sopa se enfría,
Cabecita fría la noche haces día cuando te restriego, cabeza de fuego.
Aunque de comida voy cargado, la gente me vacía, y nunca soy tragado.