Dedos tiene dos,
piernas y brazos no.
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La letra más alta soy, la más delgada también, la luna y el sol me llevan, el aire nunca me ve.
Una cosa quisicosa, de ovalada construcción, todos los hombres la tienen, pero las mujeres, no. El Obispo como todos también tiene dos.
No está nunca en la vereda, pero siempre está en la calle, nunca está con cerradura, pero siempre está con llave.
¿Qué hay en semana, en minuto y en mes, pero no en hora ni en tres?
Una vez en un minuto, dos veces en un momento, tres veces en mimetismo, y en cuatro, ¡no la encuentro!.
Me puedes ver en tu piso, y también en tu nariz; sin mí no habría ricos y nadie sería feliz.
En la luna es la primera y la segunda en Plutón. En la Tierra no se encuentra y es la última en el Sol.
La última soy del cielo, en Dios el tercer lugar, me encuentras siempre en navío, y nunca estoy en el mar.
En Melilla hay tres, en Madrid ninguna, en Castilla dos y en Galicia una.
En medio del cielo estoy sin ser sol, ni luna llena, sin ser lucero, ni estrella; a ver si aciertas quién soy.
