Adivina, adivinanza
Vuela entre las flores
con sus alas de colores
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Tengo ocho patas cargadas de ventosas, y paseo por las rocas, meciéndome en las olas. ¿Quién soy?
Volando en el aire, y besando las flores, se pasa su vida, de luz y colores.
Es blanca como la nieve, es negra como el carbón, las patas como una vela, el cuello como una hoz.
Cuantas manos le dio el mar a este extraño pasajero que lo quieren contratar para que juegue de arquero ¿quién es?
De tierra morena vengo, estirando y encogiendo, amárrenme las gallinas, que a los perros no les temo.
Nadie admira tu cantar, ni tus patas, ni tu pico, ya que todos quedan prendados de tu abanico.
Salta y salta por los montes, usa las patas de atrás, su nombre ya te lo he dicho, fíjate y lo verás.
Viste de chaleco blanco, y también de negro frac, es un ave que no vuela, pero nada. ¿Que será?
¿Cuál será aquel animal que rebuzna y no es borrico; en la cara, en el hocico y en el cuerpo es casi igual; que trabaja irracional, que lo que come merece, tiene de burro la cara, no es borrico y lo parece?
María Penacho parió un muchacho, ni vivo ni muerto, ni hembra ni macho.