Adivina, adivinanza,
tiene un solo ojo
y una cara ancha.
más adivinanzas del cuerpo humano...
Unas son redondas, otras ovaladas, unas piensan mucho, otras casi nada.
Aunque sepas ésto, mago no serás, si no sabes dónde, lo digerirás.
Dos niñas asomaditas, cada una a su ventana, lo ven y lo cuentan todo, sin decir una palabra.
Al dar la vuelta a la esquina tropecé con un convento, las monjas iban de blanco y el sacristán en el centro.
Cuando sonríes asoman blancos como el azahar unas cositas que cortan y que pueden masticar.
En un huerto no muy llano hay dos cristalinas fuentes, no está a gusto el hortelano, cuando crecen las corrientes.
Pozo hondo, soga larga, y si no se dobla no alcanza.
Son dos cortinas en dos ventanitas que bajando ocultan dos niñas bonitas.
Dos hermanos sonrosados, juntos en silencio están, pero siempre necesitan separarse para hablar.
Al revolver una esquina me encontré con un convento, las monjas vestidas de blanco, la superiora en el centro, más arriba dos ventanas, más todavía un par de espejos y en lo más alto la plaza donde pasean los caballeros.
