Cabecita fría
la noche haces día
cuando te restriego,
cabeza de fuego.
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Una señorita de carnes muy blandas, que sin ser enferma siempre está en la cama.
Aunque soy iluminada siempre me tienen colgada.
Tengo patas bien derechas, mas no me puedo mover, llevo a cuestas la comida y no la puedo comer.
No soy el sol, tampoco el fuego; pero la casa bien que caliento.
Cabezón y muy delgado, que se pone siempre negro, después de haber sido frotado.
En el buen tiempo a nadie marea, en cuanto llueve repiquetea.
Poseo dientes y ojos y para hacerme trabajar me has de meter en cerrojos.
Aunque de comida voy cargado, la gente me vacía, y nunca soy tragado.
La cara que yo acaricio, dejo de seda al momento, porque ni un pelo se resiste a mi marcha, ¡buen invento!
Sube llena, baja vacía, y si no se da prisa, la sopa se enfría,
