Cabecita fría
la noche haces día
cuando te restriego,
cabeza de fuego.
más adivinanzas de cosas de la casa...
¿Quién pensaréis que yo soy, que cuanto más y más lavo, mucho más sucia me voy?
De nada me sirven, estas cuatro patas, que quieta estoy siempre, sobre mí, el durmiente.
Yo tengo calor y frío, y no frío sin calor, y sin ser ni mar ni río, peces en mí he visto yo.
Tiene un ojo y nada ve, por abrir no es cosa dura, sin embargo por cerrar, sí que cierra y sí que es dura.
Adivíname ésa.
Es tu favorita cuando sientes frío; la encuentras escrita en el verso mío.
Pequeña como una pera y alumbra la casa entera.
Soy liso y llano en extremo, y, aunque me falta la voz, digo en su cara a cualquiera la más leve imperfección; contesto al que me pregunta sin lisonja ni aflicción, y si mala cara pone, la misma le pongo yo.
Del techo al suelo, cortada y fina, tela con vuelo.
En el campo soy hallada y al fuego alimento. Donde quiera que soy llevada, es para darme tormento.
