Caja llena de soldados,
todos largos y delgados,
con gorritos colorados.
más adivinanzas de cosas de la casa...
Puede ser de Persia, puede ser de Ana, por más que se enrolle, se ve en la ventana.
Ni corre, ni vuela, pero siempre te precede, cuando vas o cuando llegas.
En lo más alto me ponen para que el viento me dé, soy guía para los hombres y siempre estoy de pié.
Muchos golpes recibe cuando a la gente, la entrada prohíbe.
Es una caja habladora, que vive en todas las casas, y se calla a muy alta hora.
Sin ella en la mano ni entras ni sales, ni vas a la calle.
Una señorita de carnes muy blandas, que sin ser enferma siempre está en la cama.
Soy de cabeza redonda y me sostengo en un solo pie. Soy de tal fortaleza que a Dios hombre sujeté.
Ruedo y ruedo, y en los bolsillos me quedo.
En el campo fui nacida, vestida de verdes ramas, y al pueblo me trajeron, para servir a las damas, a mí todo me regalan, caramelos, miel, melada, mas yo todo lo reparto, porque no sé comer nada.
