Mi nombre lo leo,
mi apellido es pardo,
quién no lo adivine,
es un poco tardo.
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Nadie admira tu cantar, ni tus patas, ni tu pico, ya que todos quedan prendados de tu abanico.
¿Qué clarín suena en la noche que a todos desvela al punto? No es soldado, ni marino, ni músico de conjunto.
¿Cuál será aquel animal que rebuzna y no es borrico; en la cara, en el hocico y en el cuerpo es casi igual; que trabaja irracional, que lo que come merece, tiene de burro la cara, no es borrico y lo parece?
Sin salir de su casa por todos los sitios pasa.
La jaula es su casa, su ropaje amarillo, con su canto alegra a todos los vecinos.
Con su trompa preparada pasa a tu lado zumbando, se posa en tu piel desnuda y tu sangre va chupando.
Adivina, adivinajera: no tiene traje y sí faltriquera.
Todo lo lleva delante, los colmillos para la lucha y la trompa para la ducha.
Las cinco vocales en su nombre lleva, y no siendo ave por la noche vuela.
Tengo de rey la cabeza calzo espuela pavonada, llevo barba colorada, mi sueño temprano empieza y madrugo a la alborada.