Mi ser por un punto empieza,
por un punto ha de acabar,
el que mi nombre acierte
sólo dirá la mitad.
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Vivo en el campo y en una ciudad grande, y soy chico pero me usan por igual, si dices mi nombre solo dirás la mitad.
Tengo copa y no soy árbol, tengo alas y no soy pájaro; protejo del sol a mi amo, en invierno y en verano.
Hoy cuando me levanté, puse uno en cada pie. Como no son los zapatos, dime tú... ¿qué puede ser?
Resuélveme este dilema: «soy una, pero soy media».
Tienen justo cinco dedos como la mano; se rellenan en invierno, se vacían en verano.
Redondo, redondo, sin tapa, sin fondo.
Redondito, redondón, no tiene tapa ni tapón.
Una piel que es otra piel, una mano que no es mano y el frío se aguanta bien.
Colgada voy por delante y al hombre hago elegante.
Ani lloró todo el día; perdió lo que más quería