No he de darte más razones,
sin mi perderías los pantalones.
más adivinanzas de ropa y vestuario...
Redondo, redondo, sin tapa, sin fondo.
Dos hermanitos muy igualitos, en llegando a viejecitos abren los ojitos.
De día llenos de carne, de noche con la boca al aire.
Mi padre al cuello la ata y, poco a poco, la aprieta hasta llegar a su meta.
Hoy cuando me levanté, puse uno en cada pie. Como no son los zapatos, dime tú... ¿qué puede ser?
Tengo cinco habitaciones, en cada una un inquilino, en invierno cuando hace frío, están todos calentitos.
Dos guaridas cálidas con sus escondrijos, para dos hermanas y sus quintillizos.
El pie tapo al instante igual que si fuera un guante.
Tienen justo cinco dedos como la mano; se rellenan en invierno, se vacían en verano.
Nuestra dueña nos coloca uno a cada lado, siempre pendientes, siempre colgados.