Para unos soy muy corto;
para otros, regular;
para los tristes muy largo;
para Dios, la eternidad.
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De siete en siete vamos cogiditos de las manos.
Tengo agujas y no sé coser, tengo números y no sé leer.
En un castillo redondo, doce caballeros de guardia están; un flaco lancero y un gordo escudero, marchan al compás.
Una cara con dos manos pegada está a la pared. Antes de un minuto, hermanos, ¿sabréis decirme quién es?
Cuando apenas he nacido, mi vida se acaba al punto; aunque no soy el primero, lo sigo por todo el mundo.
¿Qué cosa, qué cosa es? que vuela sin tener alas, y corre sin tener pies.
Son doce hermanas y todas gastan medias y, aunque, van numeradas todas son cantadas.
Todos me esperan pero nunca llego, porque cuando llego yo desaparezco.
Dos hermanas en la plaza, ambas marchan a la par, si una da doce vueltas, la otra una, nada más.
Corre más que un ciclista, nunca da marcha atrás, si lo pierdes de vista, ¡cómo envejecerás!
