Para unos soy muy corto;
para otros, regular;
para los tristes muy largo;
para Dios, la eternidad.
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Cada año nazco gordito y cada año me muero flaquito. ¿Qué soy?
Doce caballeros, nacidos del sol, todos mueren antes de los treinta y dos.
Una cara con dos manos pegada está a la pared. Antes de un minuto, hermanos, ¿sabréis decirme quién es?
Me hallo en los escritorios y en las casas comerciales, todos me miran quien soy para ver lo que contengo. Mis días están contados y el día que voy a morir ya se sabe de antemano.
Quién es un viejo ligero, que es de cuatro movimientos puestos en doce cimientos, que, a cualquier pasajero, da más penas que contentos.
Aquí estamos doce hermanos; yo, que el segundo nací, soy el menor entre todos: ¿Cómo puede ser así?
Tengo agujas y no sé coser, tengo números y no sé leer.
Fui y no soy, no soy y fui, mañana seré y hablan siempre de mí.
Los siete son hermanitos y viven un solo día: cuando uno nace otro muere, y así se pasan la vida.
Son doce hermanas y todas gastan medias y, aunque, van numeradas todas son cantadas.
