Para unos soy muy corto;
para otros, regular;
para los tristes muy largo;
para Dios, la eternidad.
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Soy un caballero muy aseñorado, tengo doce damas para mi regalo, todas van en coche y gastan sus cuartos, todas usan medias, pero no zapatos.
Nos llegan muy de mañana y se van mucho después, regresan cada semana y cuatro veces al mes.
Doce señoritas en un mirador, todas tienen medias y zapatos no.
Los siete son hermanitos y viven un solo día: cuando uno nace otro muere, y así se pasan la vida.
Juntos dos en un borrico, ambos andan a la par, doce leguas anda uno y una el otro nada más.
Cuando apenas he nacido, mi vida se acaba al punto; aunque no soy el primero, lo sigo por todo el mundo.
Para unos soy muy corto; para otros, regular; para los tristes muy largo; para Dios, la eternidad.
En un castillo redondo, doce caballeros de guardia están; un flaco lancero y un gordo escudero, marchan al compás.
De siete en siete vamos cogiditos de las manos.
Una cara con dos manos pegada está a la pared. Antes de un minuto, hermanos, ¿sabréis decirme quién es?
