Sal al campo por las noches,
si me quieres conocer,
soy señor de grandes ojos,
cara seria y gran saber.

Mamífero rumiante de cuello alargado, por el desierto, errante, siempre anda jorobado.

Tiene lamparitas de luz verde y cuando es de noche las enciende.

Mi reinado está en el mar, soy de peso regordeta; un día, siglos atrás, me tragué entero a un profeta aunque luego lo expulsé al pensar que estaba a dieta.

¿Qué clarín suena en la noche que a todos desvela al punto? No es soldado, ni marino, ni músico de conjunto.

Lo rascaba llorando de la crin a la cola y en él se iba trotando por una loma.

Es tan grande mi fortuna que estreno todos los años un vestido sin costura, de colores salpicado.

De verde esmeralda sobre la tapiada, rabo rabilargo, pata estirada, corre que te corre, mocita salada.

Nunca camina por tierra, ni vuela, ni sabe nadar, pero aún así siempre corre, sube y baja sin parar.

Adivina quien soy yo. Que al ir parece que vengo, y al venir es que me voy.

Vivo en el mar sin ser pez, y soy siempre juguetón, nunca me baño en el Rhin, pues soy el mismo del fin.