Soy un caballero muy aseñorado,
tengo doce damas para mi regalo,
todas van en coche y gastan sus cuartos,
todas usan medias, pero no zapatos.
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Brazos tengo desiguales y a mi ritmo se mueven los mortales.
Doce caballeros, nacidos del sol, todos mueren antes de los treinta y dos.
¿Qué cosa no ha sido y tiene que ser, y que cuando sea dejará de ser?
Cada año nazco gordito y cada año me muero flaquito. ¿Qué soy?
Estoy condenado a un año y un día; si esto es cada cuatro, ¿mi nombre, sabrías?
Aquí estamos doce hermanos; yo, que el segundo nací, soy el menor entre todos: ¿Cómo puede ser así?
De siete en siete vamos cogiditos de las manos.
En un castillo redondo, doce caballeros de guardia están; un flaco lancero y un gordo escudero, marchan al compás.
Quién es un viejo ligero, que es de cuatro movimientos puestos en doce cimientos, que, a cualquier pasajero, da más penas que contentos.
Los siete son hermanitos y viven un solo día: cuando uno nace otro muere, y así se pasan la vida.
