Te doy leche y mi lana,
y para hablar digo: «beeeee»,
si no adivinas mi nombre
yo nunca te lo diré.

De tierra morena vengo, estirando y encogiendo, amárrenme las gallinas, que a los perros no les temo.

Es blanca como la nieve, es negra como el carbón, las patas como una vela, el cuello como una hoz.

Soy dama cruel, temerosa, me paseo en verde prado, y todo aquel que me mira se queda muy espantado. Yo luzco un largo vestido que en tienda no fue comprado, no fue por mano de sastre, ni medido, ni cortado.

En alto vive, en alto mora, en alto teje, la tejedora.

Soy un animal patoso, y cuento con muchas patas; pero, en cambio, sólo tengo un pico y un par de alas.

Volando en el aire, y besando las flores, se pasa su vida, de luz y colores.

Soy un animal pequeño, piensa mi nombre un rato, porque agregando una «n» tendrás mi nombre en el acto.

Es la reina de los mares, su dentadura es muy buena, y por no ir nunca vacía, siempre dicen que va llena.

Me roban mi vestidura porque la fuerza es su ley y visten con mis despojos desde el esclavo hasta el rey.

Jamás de su casa sale y corre el monte y el valle.