Una señora, muy aseñorada,
tiene muchos dientes
y se cose a puntadas.
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Dama da, dama deja, y no se queja de lo que deja.
Una señora, muy aseñorada, tiene muchos dientes y se cose a puntadas.
Soy pequeña y afilada y pincho con mis puntadas.
Tengo pie y no tengo boca, hilo meto, hilo asomo, tengo dientes y no como.
Te la digo, te la digo, te la vuelvo a repetir; te la digo veinte veces y no me la sabes decir.
Pequeños, redondos, con agujeritos, valemos muy poco, solos o juntitos, mas de nosotros depende el buen vestir de la gente.
Con «A» empieza mi nombre, de las damas soy querido, si me prenden voy seguro, y, si me sueltan, perdido.
De mi ojo cuelga un hilo largo, que une las telas y hace las prendas.
Largo, largo, como un camino y cabe en un «pucherino».
Vengo al mundo a trabajar, y tengo tan mala suerte, que todos me pinchan el culo, y yo no me puedo quejar.
