Una vieja con un diente
que llama a toda la gente.
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Me rascan continuamente de forma muy placentera, mi voz es muy bien timbrada y mi cuerpo de madera.
Una niña tontiloca, con la boca en la barriga, y las tripas en la boca.
Mis caras redondas, ¡qué estiradas son! a fuerza de golpes, así canto yo.
Soy bella, soy muy fuerte; cuando hablo todos me oyen y tengo un solo diente que muevo constantemente
Dama con pendiente que toca deprisa para que la gente no pierda la misa.
En una larga abertura tengo yo mi dentadura y luego que empiezo a hablar, todas mis piezas se mueven sin poderlas yo parar.
Buenas y sonoras cuerdas tengo; cuando me rascan, a la gente entretengo.
Brazos con brazos, panza con panza, rascando en medio, surge la danza.
Marfil y madera fina, a tocarnos con talento, el que no sabe, no atina.
Con su gran boca y un solo diente desde lo alto llama a la gente.
