En un castillo redondo,
doce caballeros
de guardia están;
un flaco lancero
y un gordo escudero,
marchan al compás.
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Brazos tengo desiguales y a mi ritmo se mueven los mortales.
Todos me esperan pero nunca llego, porque cuando llego yo desaparezco.
Una cara con dos manos pegada está a la pared. Antes de un minuto, hermanos, ¿sabréis decirme quién es?
Juntos dos en un borrico, ambos andan a la par, doce leguas anda uno y una el otro nada más.
Cuando apenas he nacido, mi vida se acaba al punto; aunque no soy el primero, lo sigo por todo el mundo.
Somos doce hermanos y yo el más chiquito; cada cuatro años me crece el rabito.
Me hallo en los escritorios y en las casas comerciales, todos me miran quien soy para ver lo que contengo. Mis días están contados y el día que voy a morir ya se sabe de antemano.
En un castillo redondo, doce caballeros de guardia están; un flaco lancero y un gordo escudero, marchan al compás.
Aquí estamos doce hermanos; yo, que el segundo nací, soy el menor entre todos: ¿Cómo puede ser así?
Corre más que un ciclista, nunca da marcha atrás, si lo pierdes de vista, ¡cómo envejecerás!
