Dos hermanas en la plaza,
ambas marchan a la par,
si una da doce vueltas,
la otra una, nada más.
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Como te cases o te embarques en este día fatal, todo te saldrá mal.
Una cara con dos manos pegada está a la pared. Antes de un minuto, hermanos, ¿sabréis decirme quién es?
Doce palomitas en un palomar, a la hora y a los cuartos salen a volar.
Quién es un viejo ligero, que es de cuatro movimientos puestos en doce cimientos, que, a cualquier pasajero, da más penas que contentos.
Para unos soy muy corto; para otros, regular; para los tristes muy largo; para Dios, la eternidad.
Corre más que un ciclista, nunca da marcha atrás, si lo pierdes de vista, ¡cómo envejecerás!
Brazos tengo desiguales y a mi ritmo se mueven los mortales.
Aquí estamos doce hermanos; yo, que el segundo nací, soy el menor entre todos: ¿Cómo puede ser así?
Fui y no soy, no soy y fui, mañana seré y hablan siempre de mí.
Doce son los hermanitos, uno es el benjamín, siete son los mayorcitos y los cuatro restantes los más pequeñitos.