La cara que yo acaricio,
dejo de seda al momento,
porque ni un pelo se resiste
a mi marcha, ¡buen invento!
más adivinanzas de cosas de la casa...
Del techo al suelo, cortada y fina, tela con vuelo.
Al nacer fui maltratada, mi dueño me tiene amor, y aunque soy mujer honrada, me suele tener atada y con guardas mi señor.
Que timbre y número tenga y en verdad portal no sea es cierto, y el que desea hablar por él, no lo cuelga.
En lo más alto me ponen para que el viento me dé, soy guía para los hombres y siempre estoy de pié.
Yo tengo calor y frío, y no frío sin calor, y sin ser ni mar ni río, peces en mí he visto yo.
A la entrada de tu casa algo suena si lo aprietan y tu sales presurosa a abrir deprisa la puerta.
Es una caja habladora, que vive en todas las casas, y se calla a muy alta hora.
Estoy dentro de él y no puedo entrar en él.
Sin ella en la mano ni entras ni sales, ni vas a la calle.
No pienses que es una col, o que baila el chachachá; búscala sobre tu cama, que yo te la he dicho ya.