La cara que yo acaricio,
dejo de seda al momento,
porque ni un pelo se resiste
a mi marcha, ¡buen invento!
más adivinanzas de cosas de la casa...
Sube llena, baja vacía, y si no se da prisa, la sopa se enfría,
Llevo secretos a voces, corriendo por esos mundos y sin que nadie los oiga los doy en unos segundos.
Ni corre, ni vuela, pero siempre te precede, cuando vas o cuando llegas.
Que timbre y número tenga y en verdad portal no sea es cierto, y el que desea hablar por él, no lo cuelga.
Muchos golpes recibe cuando a la gente, la entrada prohíbe.
Cuatro patas tiene y no puede andar también cabecera sin saber hablar.
Es un campo colorado con los surcos muy derechos; muy en alto está situado e inclinado de dos lados.
Pequeña como una pera y alumbra la casa entera.
Es una caja habladora, que vive en todas las casas, y se calla a muy alta hora.
Lámina que no se ve y nos protege del viento. Aunque la atraviesa el sol, se empaña con el aliento.