La cara que yo acaricio,
dejo de seda al momento,
porque ni un pelo se resiste
a mi marcha, ¡buen invento!
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Una señorita de carnes muy blandas, que sin ser enferma siempre está en la cama.
La cara que yo acaricio, dejo de seda al momento, porque ni un pelo se resiste a mi marcha, ¡buen invento!
En la mesa me ponen y sobre mí todos comen.
Llevo secretos a voces, corriendo por esos mundos y sin que nadie los oiga los doy en unos segundos.
Cuanto más se moja, más te seca. ¿Qué es?
Aunque músculos no tengo, los techos yo sostengo.
Su forma es de pera, aunque es de cristal da luz sin espera para cada cual.
Ruedo y ruedo, y en los bolsillos me quedo.
A la entrada de tu casa algo suena si lo aprietan y tu sales presurosa a abrir deprisa la puerta.
Tiene luna, no es planeta; tiene marco y no es puerta.