Corre más que un ciclista,
nunca da marcha atrás,
si lo pierdes de vista,
¡cómo envejecerás!
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Brazos tengo desiguales y a mi ritmo se mueven los mortales.
Doce son los hermanitos, uno es el benjamín, siete son los mayorcitos y los cuatro restantes los más pequeñitos.
Para unos soy muy corto; para otros, regular; para los tristes muy largo; para Dios, la eternidad.
En un castillo redondo, doce caballeros de guardia están; un flaco lancero y un gordo escudero, marchan al compás.
Un árbol con doce ramas, cada rama, cuatro nidos; cada nido, siete pájaros: cada cual con su apellido.
¿Qué día será, que entre el sábado y el lunes está?
Fui y no soy, no soy y fui, mañana seré y hablan siempre de mí.
De siete en siete vamos cogiditos de las manos.
Doce palomitas en un palomar, a la hora y a los cuartos salen a volar.
Corre más que un ciclista, nunca da marcha atrás, si lo pierdes de vista, ¡cómo envejecerás!
