El padre en el mar
y el hijo a rezar.
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No pienses en otras cosas, que las tienes en el mar, o las ves llegar furiosas, o las ves mansas llegar.
Adivina quien yo soy: al ir parece que vengo, y al venir, es que me voy.
Un truquito este pez tiene que no todo el mundo sabe: si a su nombre quitas la «ene», va y se transforma en ave.
Sobre la vaca, la «o», a que no lo aciertas, no.
No lo parezco y soy pez, y mi forma la refleja una pieza de ajedrez.
¿Qué bicho dirás que es, que es algo y nada a la vez?
Llegamos sin cesar, una tras otra, desde el mar a la playa a descansar. A veces, sin embargo, más furiosas, los barcos podemos destrozar.
Ella no tiene pies, y si te descuidas, parece un pez.
Las hijas de este animal son pequeñas y delgadas, pero por su gran sabor, son muy caras y apreciadas.
El que lo pica se hace pez, ¿Quieres que te lo diga otra vez?