Salta y salta por los montes,
usa las patas de atrás,
su nombre ya te lo he dicho,
fíjate y lo verás.
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Anda, nada, vuela, no gasta zapato, va dejando estela.
Quien es este que se arrima trayendo su casa arriba
Un espléndido abanico que no produce pavor, sus alas, plumas y pico son reales, sí señor.
Lo rascaba llorando de la crin a la cola y en él se iba trotando por una loma.
Aunque no soy pajarillo canto sin ninguna pena y cuando en plural me usan represento la condena.
Adivina quien soy yo. Que al ir parece que vengo, y al venir es que me voy.
Tiene famosa memoria, gran tamaño y dura piel, y la nariz más grandota que en el mundo pueda haber.
Con cuello largo y finito se pasea muy feliz, sólo si fueras mosquito le verias la nariz.
Voy con mi casa al hombro, camino sin tener patas, y voy marcando mi huella con un hilito de plata.
Nadie admira tu cantar, ni tus patas, ni tu pico, ya que todos quedan prendados de tu abanico.
