Soy blanca como la nieve,
me ponen sobre una mesa,
para escribir sobre mí
cuanto venga a la cabeza.
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Sin hablar puedo decir lo que mi dueño ha pensado; tengo un carro, aunque sin mula, y me muero en tres espacios.
Cruza los ríos, también los mares, vuela sin alas a todas partes.
Soy pequeño, pequeñito, más con tal poder y arte que, si no me pegan bien, no van a ninguna parte.
Soy blanca como la nieve, me ponen sobre una mesa, para escribir sobre mí cuanto venga a la cabeza.
Dos son tres, tres son cuatro y cuatro son seis. ¿Qué son?
Muy chiquito, chiquitito, que pone fin a lo escrito.
Como una ametralladora se escucha mi tableteo; pero estoy en la oficina, que mi oficio no es guerrero.
Jamás aprendí a escribir y soy muy gran escribana y, con invención galana, te suelo siempre servir sin cansar tarde y mañana.
Yo salgo todos los días por eso me llaman diario. Estoy lleno de noticias, sucesos y comentarios.
Bolita tengo tinta, también capucha tengo y escribo bien.