Te lo digo y te repito,
y te lo debo avisar,
que por más que te lo diga,
no lo vas a adivinar.
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Es mi madre tartamuda, y mi padre «cantaor», tengo blanco mi vestido, amarillo el corazón.
Una cajita chiquita, blanca como la cal: todos la saben abrir, nadie la sabe cerrar.
Blanca fue mi niñez, morada mi mocedad, negra y prieta mi vejez, adivina qué será.
Te lo digo y te repito, y te lo debo avisar, que por más que te lo diga, no lo vas a adivinar.
Soy el jugo de la uva, de la copa el contenido, de la mesa el gran señor, de todos apetecido.
Yo soy el diminutivo de una fruta muy hermosa, tengo virtud provechosa, en el campo siempre vivo y mi cabeza es vistosa.
Somos blancos, larguiruchos, nos fríen en las verbenas, y dorados, calentitos, nos comen nenes y nenas.
Blanca soy y, como dice mi vecina, útil siempre soy en la cocina.
Quiere leche y no es lechera ¿Qué será?
Estando sano me cortan, sin ser enfermo me curan y en lonchas o pedacitos, dicen que estoy exquisito.