Tienen justo cinco dedos
como la mano;
se rellenan en invierno,
se vacían en verano.
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Para salir a la esquina ponte pan en el talón y camina.
En las manos de las damas casi siempre estoy metido, unas veces desplegado otras veces recogido.
Con dos patas encorvadas y dos amplios ventanales quitan sol o dan visión según sean sus cristales.
Aunque la quite del agua, sigue en agua.
Pisados, siempre en el suelo, recibiendo malos tratos, y sin señales de duelo.
Soy de piel o paño gordo y me adhiero a tu cuerpo, para que no pases frío cuando llega el invierno.
¡Escapa, escapa! que esto que te digo, aunque no te obligo, te abriga y te tapa.
No he de darte más razones, sin mi perderías los pantalones.
El pie tapo al instante igual que si fuera un guante.
Aunque las adornamos a ellas cuando no tenemos carreras, la gente tiene manía de no llamarnos enteras.