Dos buenas piernas tenemos
y no podemos andar,
pero el hombre sin nosotros
no se puede presentar.
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Con dos patas encorvadas y dos amplios ventanales quitan sol o dan visión según sean sus cristales.
Para salir a la esquina ponte pan en el talón y camina.
Dos hermanitos muy igualitos, en llegando a viejecitos abren los ojitos.
Puedes llevarlo en el pelo y, a veces, en los zapatos, se coloca en la cintura y en el rabo de los gatos.
Aunque las adornamos a ellas cuando no tenemos carreras, la gente tiene manía de no llamarnos enteras.
Santa con nombre de flor, y, a pesar de este retrato, me confunden con zapato.
Me lleváis, me traéis, y si sois nuevos quizás me mordéis.
Resuélveme este dilema: «soy una, pero soy media».
Mi padre al cuello la ata y, poco a poco, la aprieta hasta llegar a su meta.
Una copa redonda y negra, boca arriba está vacía, boca abajo está llena.