Redondo, redondo,
sin tapa, sin fondo.
más adivinanzas de ropa y vestuario...
Ahí vienen dos: uno se moja y el otro no.
El pie tapo al instante igual que si fuera un guante.
Con dos patas encorvadas y dos amplios ventanales quitan sol o dan visión según sean sus cristales.
Tengo copa y no soy árbol, tengo alas y no soy pájaro; protejo del sol a mi amo, en invierno y en verano.
Una piel que es otra piel, una mano que no es mano y el frío se aguanta bien.
Santa con nombre de flor, y, a pesar de este retrato, me confunden con zapato.
Nuestra dueña nos coloca uno a cada lado, siempre pendientes, siempre colgados.
¡Escapa, escapa! que esto que te digo, aunque no te obligo, te abriga y te tapa.
Por la noche me lo pongo, por el día me lo quito y en la siesta lo uso un poquito.
De día llenos de carne, de noche con la boca al aire.