Redondo, redondo,
sin tapa, sin fondo.
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Aunque las adornamos a ellas cuando no tenemos carreras, la gente tiene manía de no llamarnos enteras.
Redondo, redondo, sin tapa, sin fondo.
Pisados, siempre en el suelo, recibiendo malos tratos, y sin señales de duelo.
Colgada voy por delante y al hombre hago elegante.
Redondito, redondón, no tiene tapa ni tapón.
Por la noche me lo pongo, por el día me lo quito y en la siesta lo uso un poquito.
Se pone para dormir, aunque no es un camisón, puede ser de lana, seda o algodón.
Dos hermanitos muy igualitos, en llegando a viejecitos abren los ojitos.
Destacan en las orejas creyéndose independientes, van casi siempre en parejas.
Santa con nombre de flor, y, a pesar de este retrato, me confunden con zapato.