Me pisas y no me quejo,
me cepillas si me mancho,
y con mi hermano gemelo
bajo tu cama descanso.
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Ahí vienen dos: uno se moja y el otro no.
Tienen justo cinco dedos como la mano; se rellenan en invierno, se vacían en verano.
Mi padre al cuello la ata y, poco a poco, la aprieta hasta llegar a su meta.
Pisados, siempre en el suelo, recibiendo malos tratos, y sin señales de duelo.
Santa con nombre de flor, y, a pesar de este retrato, me confunden con zapato.
Con varillas me sostengo y con la lluvia voy y vengo.
Ani lloró todo el día; perdió lo que más quería
Tengo copa y no soy árbol, tengo alas y no soy pájaro; protejo del sol a mi amo, en invierno y en verano.
Para salir a la esquina ponte pan en el talón y camina.
No me utilizan los patos más me llevan de apellido, con «Z» empieza mi nombre, ¡y ya el resto es pan comido!