Destacan en las orejas
creyéndose independientes,
van casi siempre en parejas.
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Me pones y me quitas, me tomas y me dejas, conmigo no tiritas y estoy hecho de madejas.
Chiquito, redondo, barrilito sin fondo.
Redondito, redondón, no tiene tapa ni tapón.
En tus manos estoy limpio, en tus ventanas me ensucio, si sucio, me ponen limpio, si limpio, me ponen sucio.
No he de darte más razones, sin mi perderías los pantalones.
Pisados, siempre en el suelo, recibiendo malos tratos, y sin señales de duelo.
Santa con nombre de flor, y, a pesar de este retrato, me confunden con zapato.
Vivo en el campo y en una ciudad grande, y soy chico pero me usan por igual, si dices mi nombre solo dirás la mitad.
No me utilizan los patos más me llevan de apellido, con «Z» empieza mi nombre, ¡y ya el resto es pan comido!
Tienen justo cinco dedos como la mano; se rellenan en invierno, se vacían en verano.