Un pie grave, ardiente y plano,
va dejando el campo llano
y, al pasar, su calentura
va dejando en la llanura.
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¿Quién es esa señora, que tiene la propiedad, de estirar bien lo arrugado y de arrugar lo estirado, con igual facilidad?
Con «A» empieza mi nombre, de las damas soy querido, si me prenden voy seguro, y, si me sueltan, perdido.
Te la digo, te la digo, te la vuelvo a repetir; te la digo veinte veces y no me la sabes decir.
Una señora, muy aseñorada, tiene muchos dientes y se cose a puntadas.
Soy pequeña y afilada y pincho con mis puntadas.
Soy alta y delgada, tengo un ojo, hago vestidos y no me los pongo.
Seguro que en tu casa está si no lo sabes no importa. Pero ¿qué cosa será que cuanto más larga más corta?
Locomotora no soy, mas cuando con vapor voy, dejo muy alisado si me usan con cuidado.
Pica, picando, colita arrastrando.
Siempre de mí dicen algo, aunque muy humilde soy; no soy señor y me tratan, con la nobleza del don.
