¿Quién pensaréis que yo soy,
que cuanto más y más lavo,
mucho más sucia me voy?
más adivinanzas de cosas de la casa...
Siempre andamos por el suelo de alcobas y de salones y en historias orientales hasta hacemos algún vuelo.
Llevo secretos a voces, corriendo por esos mundos y sin que nadie los oiga los doy en unos segundos.
Muy bonito por delante y muy feo por detrás; me transformo a cada instante, pues imito a los demás.
Si me mojas hago espuma, con ojitos de cristal, y tu cuerpo se perfuma, mientras llega mi final.
Ya ves, ya ves, tan claro que es. No me la adivines de aquí a un mes.
Con mi cara tan cuadrada, lisa o con dibujitos, resignada y por los suelos, me repito, me repito...
Soy liso y llano en extremo, y, aunque me falta la voz, digo en su cara a cualquiera la más leve imperfección; contesto al que me pregunta sin lisonja ni aflicción, y si mala cara pone, la misma le pongo yo.
Un barbecho bien labrado, ni entra mula, ni entra arado.
La cara que yo acaricio, dejo de seda al momento, porque ni un pelo se resiste a mi marcha, ¡buen invento!
Un campo bien labrado no gasta reja ni arado.