La cara que yo acaricio,
dejo de seda al momento,
porque ni un pelo se resiste
a mi marcha, ¡buen invento!
más adivinanzas de cosas de la casa...
Cuando la entrada yo les prohíbo, son muchos golpes los que recibo.
Caja llena de soldados, todos largos y delgados, con gorritos colorados.
Aunque tengo cuatro patas, yo nunca puedo correr, tengo la comida encima, y no la puedo comer.
Aunque soy iluminada siempre me tienen colgada.
Cabecita fría la noche haces día cuando te restriego, cabeza de fuego.
Del techo al suelo, cortada y fina, tela con vuelo.
Una señorita de carnes muy blandas, que sin ser enferma siempre está en la cama.
Lo usa el tendero para comer, lo lleva entero si sabes leer.
Ruedo y ruedo, y en los bolsillos me quedo.
No pienses que es una col, o que baila el chachachá; búscala sobre tu cama, que yo te la he dicho ya.