Tengo un tabique en el medio
y dos ventanas a los lados
por las que entra el aire puro
y sale el ya respirado.
más adivinanzas del cuerpo humano...
Guardada en estrecha cárcel por soldados de marfil, está una roja culebra, que es la madre del mentir.
Hay en la plaza nueva un monte, y en él dos cuevas. Más abajo un pozo hondo que tiene el brocal rojo. Altas ventanas, iguales, y en ellas, dos niñas bellas que, a través de los cristales, todo lo ven y lo observan.
En la jirafa descuella, bajo la barba del rey, lo tiene cualquier botella, la camisa o el jersey.
Parecen persianas, que suben y bajan.
Adivina, adivinanza, tiene un solo ojo y una cara ancha.
Al revolver una esquina me encontré con un convento, las monjas vestidas de blanco, la superiora en el centro, más arriba dos ventanas, más todavía un par de espejos y en lo más alto la plaza donde pasean los caballeros.
Laterales parapetos, que van siempre por parejas, les encantan los secretos.
Uno larguito, dos más bajitos, otro chico y flaco, y otro gordazo.
Pozo hondo, soga larga, y si no se dobla no alcanza.
No es reloj, pero hace TIC TAC, no usa pilas pero no para de andar...