Aunque de comida voy cargado,
la gente me vacía,
y nunca soy tragado.
más adivinanzas de cosas de la casa...
No soy el sol, tampoco el fuego; pero la casa bien que caliento.
Cuando te veo me ves, cuando me ves te veo, y no te parezco feo.
Es un campo colorado con los surcos muy derechos; muy en alto está situado e inclinado de dos lados.
Cuatro patas tiene y no puede andar también cabecera sin saber hablar.
Del techo al suelo, cortada y fina, tela con vuelo.
Habla y no tiene boca, oye y no tiene oído, es chiquito y hace ruido, muchas veces se equivoca.
En la mesa me ponen y sobre mí todos comen.
Poseo dientes y ojos y para hacerme trabajar me has de meter en cerrojos.
La cara que yo acaricio, dejo de seda al momento, porque ni un pelo se resiste a mi marcha, ¡buen invento!
Quien me mira se refleja así nadie tendrá una queja.