De día llenos de carne,
de noche con la boca al aire.
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Puedes llevarlo en el pelo y, a veces, en los zapatos, se coloca en la cintura y en el rabo de los gatos.
Aunque la quite del agua, sigue en agua.
Pisados, siempre en el suelo, recibiendo malos tratos, y sin señales de duelo.
Dos guaridas cálidas con sus escondrijos, para dos hermanas y sus quintillizos.
No me utilizan los patos más me llevan de apellido, con «Z» empieza mi nombre, ¡y ya el resto es pan comido!
Santa con nombre de flor, y, a pesar de este retrato, me confunden con zapato.
Tengo corazón sin ser persona, tengo bata sin ser mujer. y el hombre elegante me lleva delante.
Tienen justo cinco dedos como la mano; se rellenan en invierno, se vacían en verano.
Mi padre al cuello la ata y, poco a poco, la aprieta hasta llegar a su meta.
Con dos patas encorvadas y dos amplios ventanales quitan sol o dan visión según sean sus cristales.
