Doce caballeros,
nacidos del sol,
todos mueren antes
de los treinta y dos.
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Doce son los hermanitos, uno es el benjamín, siete son los mayorcitos y los cuatro restantes los más pequeñitos.
Me hallo en los escritorios y en las casas comerciales, todos me miran quien soy para ver lo que contengo. Mis días están contados y el día que voy a morir ya se sabe de antemano.
Para unos soy muy corto; para otros, regular; para los tristes muy largo; para Dios, la eternidad.
De aquí al domingo seis pasos, seis cielos que veo pasar, seis mañanas, seis ocasos ¿Cómo me debo llamar?
Juntos dos en un borrico, ambos andan a la par, doce leguas anda uno y una el otro nada más.
Brazos tengo desiguales y a mi ritmo se mueven los mortales.
Cuando apenas he nacido, mi vida se acaba al punto; aunque no soy el primero, lo sigo por todo el mundo.
Un árbol con doce ramas, cada rama, cuatro nidos; cada nido, siete pájaros: cada cual con su apellido.
Doce caballeros, nacidos del sol, todos mueren antes de los treinta y dos.
Aquí estamos doce hermanos; yo, que el segundo nací, soy el menor entre todos: ¿Cómo puede ser así?
