Me pisas y no me quejo,
me cepillas si me mancho,
y con mi hermano gemelo
bajo tu cama descanso.
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Con dos patas encorvadas y dos amplios ventanales quitan sol o dan visión según sean sus cristales.
Una copa redonda y negra, boca arriba está vacía, boca abajo está llena.
Rodeo cuellos y cuellos, tanto de ellas como de ellos.
Chiquito, redondo, barrilito sin fondo.
Se pone para dormir, aunque no es un camisón, puede ser de lana, seda o algodón.
¡Escapa, escapa! que esto que te digo, aunque no te obligo, te abriga y te tapa.
No me utilizan los patos más me llevan de apellido, con «Z» empieza mi nombre, ¡y ya el resto es pan comido!
Mi padre al cuello la ata y, poco a poco, la aprieta hasta llegar a su meta.
Vivo en el campo y en una ciudad grande, y soy chico pero me usan por igual, si dices mi nombre solo dirás la mitad.
Nuestra dueña nos coloca uno a cada lado, siempre pendientes, siempre colgados.