Me pisas y no me quejo,
me cepillas si me mancho,
y con mi hermano gemelo
bajo tu cama descanso.
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Nuestra dueña nos coloca uno a cada lado, siempre pendientes, siempre colgados.
Se pone para dormir, aunque no es un camisón, puede ser de lana, seda o algodón.
En tus manos estoy limpio, en tus ventanas me ensucio, si sucio, me ponen limpio, si limpio, me ponen sucio.
Colgada voy por delante y al hombre hago elegante.
Pisados, siempre en el suelo, recibiendo malos tratos, y sin señales de duelo.
Aunque la quite del agua, sigue en agua.
Tengo cinco habitaciones, en cada una un inquilino, en invierno cuando hace frío, están todos calentitos.
Me pones y me quitas, me tomas y me dejas, conmigo no tiritas y estoy hecho de madejas.
No me utilizan los patos más me llevan de apellido, con «Z» empieza mi nombre, ¡y ya el resto es pan comido!
Me lleváis, me traéis, y si sois nuevos quizás me mordéis.