Nuestra dueña nos coloca
uno a cada lado,
siempre pendientes,
siempre colgados.
más adivinanzas de ropa y vestuario...
Ani lloró todo el día; perdió lo que más quería
Redondo, redondo, sin tapa, sin fondo.
Nuestra dueña nos coloca uno a cada lado, siempre pendientes, siempre colgados.
El pie tapo al instante igual que si fuera un guante.
Por la noche me lo pongo, por el día me lo quito y en la siesta lo uso un poquito.
Pisados, siempre en el suelo, recibiendo malos tratos, y sin señales de duelo.
Para salir a la esquina ponte pan en el talón y camina.
En las manos de las damas casi siempre estoy metido, unas veces desplegado otras veces recogido.
¡Escapa, escapa! que esto que te digo, aunque no te obligo, te abriga y te tapa.
Aunque las adornamos a ellas cuando no tenemos carreras, la gente tiene manía de no llamarnos enteras.