Redondo, redondo,
sin tapa, sin fondo.
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Soy de piel o paño gordo y me adhiero a tu cuerpo, para que no pases frío cuando llega el invierno.
¡Escapa, escapa! que esto que te digo, aunque no te obligo, te abriga y te tapa.
Por la noche me lo pongo, por el día me lo quito y en la siesta lo uso un poquito.
Vivo en el campo y en una ciudad grande, y soy chico pero me usan por igual, si dices mi nombre solo dirás la mitad.
Me pisas y no me quejo, me cepillas si me mancho, y con mi hermano gemelo bajo tu cama descanso.
En tus manos estoy limpio, en tus ventanas me ensucio, si sucio, me ponen limpio, si limpio, me ponen sucio.
Tienen justo cinco dedos como la mano; se rellenan en invierno, se vacían en verano.
Santa con nombre de flor, y, a pesar de este retrato, me confunden con zapato.
El pie tapo al instante igual que si fuera un guante.
Me lleváis, me traéis, y si sois nuevos quizás me mordéis.
