Santa con nombre de flor,
y, a pesar de este retrato,
me confunden con zapato.
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Redondo, redondo, sin tapa, sin fondo.
Santa con nombre de flor, y, a pesar de este retrato, me confunden con zapato.
Se pone para dormir, aunque no es un camisón, puede ser de lana, seda o algodón.
Con dos patas encorvadas y dos amplios ventanales quitan sol o dan visión según sean sus cristales.
Tengo corazón sin ser persona, tengo bata sin ser mujer. y el hombre elegante me lleva delante.
Tienen justo cinco dedos como la mano; se rellenan en invierno, se vacían en verano.
En las manos de las damas casi siempre estoy metido, unas veces desplegado otras veces recogido.
Nuestra dueña nos coloca uno a cada lado, siempre pendientes, siempre colgados.
El pie tapo al instante igual que si fuera un guante.
Pisados, siempre en el suelo, recibiendo malos tratos, y sin señales de duelo.
