Santa con nombre de flor,
y, a pesar de este retrato,
me confunden con zapato.
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Con varillas me sostengo y con la lluvia voy y vengo.
Para salir a la esquina ponte pan en el talón y camina.
Aunque las adornamos a ellas cuando no tenemos carreras, la gente tiene manía de no llamarnos enteras.
Me pones y me quitas, me tomas y me dejas, conmigo no tiritas y estoy hecho de madejas.
Una piel que es otra piel, una mano que no es mano y el frío se aguanta bien.
El pie tapo al instante igual que si fuera un guante.
Con dos patas encorvadas y dos amplios ventanales quitan sol o dan visión según sean sus cristales.
Colgada voy por delante y al hombre hago elegante.
Tengo copa y no soy árbol, tengo alas y no soy pájaro; protejo del sol a mi amo, en invierno y en verano.
Redondito, redondón, no tiene tapa ni tapón.