Santa con nombre de flor,
y, a pesar de este retrato,
me confunden con zapato.
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Tienen justo cinco dedos como la mano; se rellenan en invierno, se vacían en verano.
Una piel que es otra piel, una mano que no es mano y el frío se aguanta bien.
Se pone para dormir, aunque no es un camisón, puede ser de lana, seda o algodón.
Para salir a la esquina ponte pan en el talón y camina.
No he de darte más razones, sin mi perderías los pantalones.
Me lleváis, me traéis, y si sois nuevos quizás me mordéis.
Mi ser por un punto empieza, por un punto ha de acabar, el que mi nombre acierte sólo dirá la mitad.
No me utilizan los patos más me llevan de apellido, con «Z» empieza mi nombre, ¡y ya el resto es pan comido!
Dos buenas piernas tenemos y no podemos andar, pero el hombre sin nosotros no se puede presentar.
Puedes llevarlo en el pelo y, a veces, en los zapatos, se coloca en la cintura y en el rabo de los gatos.