Santa con nombre de flor,
y, a pesar de este retrato,
me confunden con zapato.
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Redondito, redondón, no tiene tapa ni tapón.
De día llenos de carne, de noche con la boca al aire.
Rodeo cuellos y cuellos, tanto de ellas como de ellos.
Guardado en invierno, lo luzco en verano, es mi único traje en sitios de baño.
Santa con nombre de flor, y, a pesar de este retrato, me confunden con zapato.
Aunque la quite del agua, sigue en agua.
Tengo cinco habitaciones, en cada una un inquilino, en invierno cuando hace frío, están todos calentitos.
Dos guaridas cálidas con sus escondrijos, para dos hermanas y sus quintillizos.
No me utilizan los patos más me llevan de apellido, con «Z» empieza mi nombre, ¡y ya el resto es pan comido!
Aunque las adornamos a ellas cuando no tenemos carreras, la gente tiene manía de no llamarnos enteras.
