Santa con nombre de flor,
y, a pesar de este retrato,
me confunden con zapato.
más adivinanzas de ropa y vestuario...
Nuestra dueña nos coloca uno a cada lado, siempre pendientes, siempre colgados.
No me utilizan los patos más me llevan de apellido, con «Z» empieza mi nombre, ¡y ya el resto es pan comido!
Me pisas y no me quejo, me cepillas si me mancho, y con mi hermano gemelo bajo tu cama descanso.
Puedes llevarlo en el pelo y, a veces, en los zapatos, se coloca en la cintura y en el rabo de los gatos.
Vivo en el campo y en una ciudad grande, y soy chico pero me usan por igual, si dices mi nombre solo dirás la mitad.
¡Escapa, escapa! que esto que te digo, aunque no te obligo, te abriga y te tapa.
En las manos de las damas casi siempre estoy metido, unas veces desplegado otras veces recogido.
Mi ser por un punto empieza, por un punto ha de acabar, el que mi nombre acierte sólo dirá la mitad.
No he de darte más razones, sin mi perderías los pantalones.
Para salir a la esquina ponte pan en el talón y camina.
