Son mis colores tan brillantes
que el cielo alegro en un instante.
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Muchas monjitas en un convento, visitan las flores y hacen dulces dentro.
No ves el sol, no ves la luna, y si está en el cielo no ves cosa alguna.
Desde el día en que nací, corro y corro sin cesar: corro de noche y de día hasta llegar a la mar.
No soy estación del Metro ni soy estación del tren, pero soy una estación donde mil flores se ven.
Hay un hijo que hace nacer a la madre que le dio el ser.
En verano barbudo y en invierno desnudo, ¡esto es muy duro!
Viene del cielo, del cielo viene, a unos disgusta y a otros mantiene.
Son mis colores tan brillantes que el cielo alegro en un instante.
Él es tío sin sobrinos, a todos calienta igual. Si no sabes de quién hablo, tras la primavera vendrá.
En mí se mueren los ríos, y por mí los barcos van, muy breve es el nombre mío, tres letras tiene no más.