Soy de cabeza redonda
y me sostengo en un solo pie.
Soy de tal fortaleza
que a Dios hombre sujeté.
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Aunque músculos no tengo, los techos yo sostengo.
Durante el verano escondido, en el invierno encendido.
Ruedo y ruedo, y en los bolsillos me quedo.
Una señorita de carnes muy blandas, que sin ser enferma siempre está en la cama.
No pienses que es una col, o que baila el chachachá; búscala sobre tu cama, que yo te la he dicho ya.
En el campo soy hallada y al fuego alimento. Donde quiera que soy llevada, es para darme tormento.
Todos me buscan, para descansar, si ya te lo he dicho, no lo pienses más.
Aunque tengo cuatro patas, yo nunca puedo correr, tengo la comida encima, y no la puedo comer.
¿Quién pensaréis que yo soy, que cuanto más y más lavo, mucho más sucia me voy?
Quien me mira se refleja así nadie tendrá una queja.
