Aunque las adornamos a ellas
cuando no tenemos carreras,
la gente tiene manía
de no llamarnos enteras.
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Me lleváis, me traéis, y si sois nuevos quizás me mordéis.
Hoy cuando me levanté, puse uno en cada pie. Como no son los zapatos, dime tú... ¿qué puede ser?
Una copa redonda y negra, boca arriba está vacía, boca abajo está llena.
Ahí vienen dos: uno se moja y el otro no.
Dos buenas piernas tenemos y no podemos andar, pero el hombre sin nosotros no se puede presentar.
Aunque las adornamos a ellas cuando no tenemos carreras, la gente tiene manía de no llamarnos enteras.
El pie tapo al instante igual que si fuera un guante.
Puedes llevarlo en el pelo y, a veces, en los zapatos, se coloca en la cintura y en el rabo de los gatos.
Aunque la quite del agua, sigue en agua.
Para salir a la esquina ponte pan en el talón y camina.