Muchas monjitas en un convento,
visitan las flores y hacen dulces dentro.
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Son mis colores tan brillantes que el cielo alegro en un instante.
Un convento bien cerrado, sin campanas y sin torres y muchas monjitas dentro, preparan dulces de flores.
Llevo, sin ser arlequín, de colores mi librea, yo salgo de tarde en tarde y espero siempre a que llueva.
Cuatro puntos son y para distinguirlos necesitamos del sol.
¿Qué es, qué es, que te da en la cara y no lo ves?
Como una peonza da vueltas al sol, gira que gira, sin tener motor.
Alas de mil colores y se pierden entre las flores.
En el campo soy hallada y al fuego alimento. Donde quiera que soy llevada, es para darme tormento.
No ves el sol, no ves la luna, y si está en el cielo no ves cosa alguna.
No soy estación del Metro ni soy estación del tren, pero soy una estación donde mil flores se ven.