Dos guaridas cálidas
con sus escondrijos,
para dos hermanas
y sus quintillizos.
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Puedes llevarlo en el pelo y, a veces, en los zapatos, se coloca en la cintura y en el rabo de los gatos.
Resuélveme este dilema: «soy una, pero soy media».
Me pones y me quitas, me tomas y me dejas, conmigo no tiritas y estoy hecho de madejas.
Destacan en las orejas creyéndose independientes, van casi siempre en parejas.
Aunque las adornamos a ellas cuando no tenemos carreras, la gente tiene manía de no llamarnos enteras.
Chiquito, redondo, barrilito sin fondo.
Ahí vienen dos: uno se moja y el otro no.
Nuestra dueña nos coloca uno a cada lado, siempre pendientes, siempre colgados.
Tamaño de una cazuela, tiene alas y no vuela.
Santa con nombre de flor, y, a pesar de este retrato, me confunden con zapato.